Por primera vez escuchando "Silent Night" o "God Bless you Merry
Gentelmen", canciones navideñas que siempre relacionaba con una época muy cariñosa, dulce y segura de las Navidades en mi casa, pensé en el sufrimiento de esos millones de seres humanos, que actualmente pertenecen a la sociedad estadounidense como ciudadanos con derecho, al luchar para impedir la desaparición de su cultura.
No pude dejar de pensar en las generaciones de africanos llevados en condiciones inhumanas a la "Tierra Prometida". Una asociación de ideas bastante rara, dirán algunos. Pues no. En el concierto de ayer en el Auditòrium de Palma, Marlena Smalls & The Gospel Christmas Choir interpretaron un par de villancicos del mundo anglosajón y unas canciones más bien afroamericanos de la cultura GULLAH, característica de la zona de las islas de Carolina del Sur. Un simple concierto de gospel se convirtió en una reivindicación alegre y con ritmos calientes de la cultura de los africanos llevados como esclavos a EEUU.
En la rueda de prensa, Marlena Smalls había comentado que el clima en las islas era tan malo que los blancos no podían aguantarlo. Me pregunto: ¿cuántos miles de africanos murieron allí trabajando en campos de arroz o índigo? Y ellos, en sus trajes tradicionales con los colores del arcoiris, moviéndose así, como ningún blanquito por ahí sabe hacerlo, y esas voces... una maravilla. Y aunque cantasen en inglés o entonasen canciones universales lo hacían en esa
manera tan única, como si estuviesen diciendo: "¡Escuchad! Son nuestros instrumentos, nuestro ritmo, nuestros gritos y nuestra danza. Nosotros somos los herederos de los hombres orgullosos y fuertes que venían de muchos países africanos con una cultura tan rica que, a pesar de los siglos de esclavitud no se logró aniquilar".
Marlena: ¡enhorabuena por ese concierto de Gullah que nos hizo bailar como unas indígenas y por tu buen ojo en hora de elegir a los músicos! (el cantante de coro era buenísimo).
Gentelmen", canciones navideñas que siempre relacionaba con una época muy cariñosa, dulce y segura de las Navidades en mi casa, pensé en el sufrimiento de esos millones de seres humanos, que actualmente pertenecen a la sociedad estadounidense como ciudadanos con derecho, al luchar para impedir la desaparición de su cultura.
No pude dejar de pensar en las generaciones de africanos llevados en condiciones inhumanas a la "Tierra Prometida". Una asociación de ideas bastante rara, dirán algunos. Pues no. En el concierto de ayer en el Auditòrium de Palma, Marlena Smalls & The Gospel Christmas Choir interpretaron un par de villancicos del mundo anglosajón y unas canciones más bien afroamericanos de la cultura GULLAH, característica de la zona de las islas de Carolina del Sur. Un simple concierto de gospel se convirtió en una reivindicación alegre y con ritmos calientes de la cultura de los africanos llevados como esclavos a EEUU.
En la rueda de prensa, Marlena Smalls había comentado que el clima en las islas era tan malo que los blancos no podían aguantarlo. Me pregunto: ¿cuántos miles de africanos murieron allí trabajando en campos de arroz o índigo? Y ellos, en sus trajes tradicionales con los colores del arcoiris, moviéndose así, como ningún blanquito por ahí sabe hacerlo, y esas voces... una maravilla. Y aunque cantasen en inglés o entonasen canciones universales lo hacían en esa
manera tan única, como si estuviesen diciendo: "¡Escuchad! Son nuestros instrumentos, nuestro ritmo, nuestros gritos y nuestra danza. Nosotros somos los herederos de los hombres orgullosos y fuertes que venían de muchos países africanos con una cultura tan rica que, a pesar de los siglos de esclavitud no se logró aniquilar".
Marlena: ¡enhorabuena por ese concierto de Gullah que nos hizo bailar como unas indígenas y por tu buen ojo en hora de elegir a los músicos! (el cantante de coro era buenísimo).
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