Bailar

Por Tolo Bonnín Arbos

Hasta ahora me he dedicado a observar. He podido identificar en vuestras conductas mis deseos y mis miedos. Ya os quiero un poco más y siento que estoy preparado. No tengo motivos para retenerme por más tiempo. Ha llegado el momento, mi momento. Ha llegado la hora de bailar. No pierdo nada. No gano nada. Bailar sin más. Sólo dejarse llevar. Da igual la estética, la técnica está fuera de lugar. Se imponen la entrega y la víscera. La entraña manifiesta su deseo de someterse a la tribu. El individuo entregándose al colectivo repitiendo, inconsciente, un rito ancestral. No sé en qué momento la consciencia elude su misión. Espacio y tiempo dejan de ser necesarios. Todo se funde en una masa homogénea que me posee. Si pudiera verlo desde fuera sería incapaz de discernir. La fuerza que se genera confundiría los términos, no podría decir si, como parece, soy yo quien fluye en el movimiento o es el propio movimiento el que se filtra a través de mí, destilando a cada giro, en cada compás, su energía. Con todo, logro mantener la calma. Aunque no tiene ningún mérito la verdad. Juego con ventaja, sé cómo acabará todo esto. Lo he vivido otras veces. Con un poco de suerte recuperaré la consciencia en breve. Recompondré mis tristes hechuras de la manera más digna y abandonaré el local. Si todo va bien pronto tomaré un taxi a casa. Mañana, sin duda, me prometeré a mí mismo que no volverá a suceder.